miércoles, diciembre 03, 2008

Cuanta música ha sido ya ensuciada al ser utilizada en un anuncio de televisión? Cuantas piezas de música clásica han perdido aquella íntima importancia al ser repetidas hasta la saciedad en la pequeña pantalla? El monstruo que todo lo puede ha vuelto a atacar. Hoy he visto por televisión como una marca de colonia utilizaba en su publicidad una canción de Antony and the Johnsons. Lo que me faltaba. Esos momentos de cálida intimidad que es capaz de conseguir este artista pueden saltar hechos añicos.
Menos mal que la solución es sencilla. Dejar de ver televisión (poco esfuerzo) hasta que las maravillosas fiestas navideñas hayan quedado atrás y el repugnante hedor a perfume que emanan haya sido sustituido por otras pestilencias (políticas, económicas) de las que difícilmente podemos deshacernos.

domingo, octubre 12, 2008


Roth vuelve a mostrarnos el porqué de su eterna candidatura al Nobel. En este último libro nos invita a acompañar las vicisitudes de Nathan Zuckerman en su vuelta a Nueva York, después de
once años de ausencia. Porqué marchó? Zuckerman nos da la respuesta: "Había elegido vivir donde ya no podía verme arrastrado a las decepciones". Algo parecido a dejar de correr riesgos, dejar de tener la belleza al alcance de la mano por miedo a que ésta cause destrozos en tu interior.
La visita a un médico de la gran urbe obliga al protagonista a regresar. En poco tiempo vuelven todos los demonios que tanto tiempo había costado alejar. Ni la enfermedad, ni su avanzada edad son impedimentos al resurgir de la pasión. La belleza de una incipiente escritora marca el inicio de un largo regreso al mundo casi olvidado de los sentimientos.
La lectura de este libro ha sido pausada, obligándome al paso lento de las páginas a fin de no desaprovechar un solo detalle de lo que en él se narra. Un verdadero placer, de nuevo, Mr. Roth.

jueves, agosto 07, 2008

304

Cuando conocí a Julián éste tenía ocho años. Yo asistía dos veces por semana como voluntario a un hospital infantil en Barcelona. Durante dos horas me hacía cargo de algunos niños para proporcionar un mínimo descanso a sus padres. Fueron dos años de compartir penas, muchas, y alguna alegría, con gentes a las que la enfermedad de un hijo había distorsionado la vida.
Un día, el jefe de voluntarios me indicó que debía pasar la tarde con un niño que lo único que tenía era una obsesión, repetía sin cesar el número 304. Creí que era una buena idea salir del hospital y llevarlo a dar una vuelta por un parque cercano. Los padres, consultado el médico, no pusieron inconveniente.

-Que tal Julián, que te parece la idea de pasar la tarde fuera del hospital?
-304

Después de su primera respuesta y una vez superado el desconcierto inicial, intenté por distintos caminos arrancar alguna palabra de aquel niño que era capaz de iniciar cualquier conversación, y detener repentinamente su discurso para pronunciar aquel enigmático número.
En las dos horas que pasé junto a él tan solo hubo un tema en el cual permaneció ilusionado y olvidando su obsesión.

-Te gusta el fútbol?
-Si, soy del Barça.
-Yo también y si te apetece ten vengo a buscar un día y nos vamos a ver un partido.
-De verdad? , me lo prometes? Volvamos al hospital que se lo tengo que explicar a mis padres.

Al cabo de dos días regresé al hospital y lo primero que hice fue intentar concretar una fecha para poder cumplir mi promesa, pero en dirección me informaron que el día anterior los padres de Julián habían decidido llevarse a su hijo y que tenían prohibido facilitar la información de su lugar de residencia.

Aquel fue el último día que asistí a mi encuentro con los niños de aquel hospital, han pasado treinta años, nunca volví a saber de Julián y desde entonces no ha pasado un día sin que en mi mente se refleje su obsesión. 304. 304. 304.

martes, julio 08, 2008

CAOS CALMO


Las altas expectativas puestas en ver esta película de Antonello Grimaldi no han sido defraudadas. 
Transcurre el tiempo de proyección,  y la historia, pequeña y enorme a la vez, te atrapa y deseas mantenerte en su interior, concediendo el tiempo de tu propia historia a la existencia de la que nos muestra Nanni Moretti. 
Que la vida nos depara desagradables sorpresas no puede ocultar que pequeños detalles maravillosos continuan ocurriendo a cada momento. De esto último la película sabe recoger la esencia y nos la muestra a pequeñas dosis, manteniendo visible el dolor de la pérdida sin olvidar aquellos pequeños guiños que nos mantienen en pie, aún encontrándonos en el interior de una tempestad emocional. 

Me atrevo, por primera vez en este blog, a dar un doble consejo. A todos los que entendeis el cine tan solo como una diversión, quedaros en casa. Al resto, aquellos que os siga fascinando la ilimitada capacidad de algunos cineastas y escritores para construir buenas historias, adelante, concederos el placer de entrar en la sala, esperar que se apaguen las luces y dejaros arrastrar hacía donde las imagenes quieran. 

viernes, junio 13, 2008

Transito en el recuerdo de unas pocas horas juntos.

Las sonrisas han quedado congeladas en este instante mágico. En un solo clic permanecen las alegrias que fuimos capaces de compartir. 

Cuando la realidad insista en hacernos creer que la felicidad es solo un espejismo, siempre nos quedará esta instantanea para recordar que todavía es posible esbozar una sonrisa para regalar.

sábado, marzo 22, 2008

Brothel, Iñaki y Kiriku el pelo poya




Los tarragüeles se juntan para una sola instantanea.
Sus cuerpos se arriman, sus huevos se tapan y se produce el tan esperado exorcismo.
Pasado el tiempo, sus almas siguen inquietas, como sus braguetas.

sábado, febrero 02, 2008

Hoy


Las horas parecen querer expandirse
o contraerse, ya no se.

Es el tiempo que no se deja asir.
Permanezco en él sin sentirme parte.

Ayer, si. Eran otras horas,
eran otros tiempos.

Todo acabó y empezó ayer.
No me preguntéis qué fue.

Algo murió en el transcurso
de un día a otro.

martes, enero 29, 2008

En el valle de Elah con Vila-Matas


Goliat bajaba cada día al Valle de Elah, pero siempre regresaba sin haber encontrado un oponente dispuesto a luchar contra él. Todos temían al gigante. Hasta que David, con su honda, bajó al valle y esperó. Al verlo, Goliat también decidió bajar. Mientras, David seguía esperando. El final todos lo conocéis.

En este mundo que nos ha tocado vivir, la espera se ha convertido en algo trivial. Esperamos, sin conciencia, que llegue el tren que nos ha de llevar hasta nuestro trabajo. Que ninguna de las mil máquinas de las que nuestra comodidad doméstica depende se estropee. Que el amor no nos abandone. Esperamos y en ello se nos pasa la vida, sin conciencia.
Ayer, para desmentir mi idea de la banalidad de la espera, Enrique me dijo:” La espera es la condición primera del ser humano, es afirmación de la vida y del presente. La espera es superior a la esperanza.” Y yo, como siempre que hablo con Enrique, no supe qué decir. Necesité el paso de las horas para ser capaz de entender el alcance de sus palabras. Entonces, David volvió ha hacerse presente. Y admití que la grandeza de su acto se encuentra en haber intuido el verdadero valor de la espera.

La guerra de Irak se había convertido para mi en una cifra. Esa que cada día en el periódico me indicaba cuantas personas habian muerto el día anterior. 15, 26 o 32 eran dígitos que pasaban desapercibidos, y tan solo cuando alguien en la redacción del periódico decidía que el número de muertos era tan brutal que debía figurar en la portada del mismo, solo entonces, era consciente que mi mente había banalizado el mal.

Dice Enrique, que dijo Pessoa: “viajar es perder países”. No he viajado nunca a Irak, pero leer es otra forma de viajar y yo había perdido a Irak a través de mis lecturas.
Hasta ayer. La película de Paul Haggis, “En el valle de Elah”, ha reducido el número de víctimas de la guerra de Irak a una sola. Al centrar su historia en un caso concreto somos capaces de entender con más facilidad cuanto dolor rodea cada una de las muertes que conforman esas cifras, que ya han dejado de serlo.

Y qué nos queda? Nos queda la espera. La espera de la llegada de un nuevo David a nuestro particular Valle de Elah en pleno siglo XXI. Y como no está en nuestras manos evitar que sea norteamericano, os digo la verdad, a mi no me importan ni el color de su piel, ni su sexo. No se que pensará Enrique.



PS. Dedico este escrito a Enrique Vila-Matas por su conferéncia del dia 28 en el CCCB y por su dedicatoria.

viernes, enero 04, 2008

Emponzoñados

Porqué nos aferramos al recuerdo.

Porqué insistimos en amar el pasado.

River of sorrow canta Antony.

Estrábicos, con un ojo ayer

y otro pasado mañana,

tan solo mantenemos

el tercer ojo en el presente.

Y así nos va.